martes, 28 de octubre de 2008

Deja de justificarte con un “hola” de cuatro teclas

Los recuerdos, aquello que reciclamos en libros llamados álbumes, ya no son suficientes para congelar tu risa fresca en mi hombro.

No estas y eso ya no importa, porque no queda siquiera la esperanza de un retorno tardío, tu capricho mordió la última tajada de la manzana y el dragón malogró el cuento comiéndose a la princesa.

Ahora tu sonrisa es una mueca que yo dibujo en un recuerdo a blanco y negro. Es un semicírculo tu sonrisa, que no es de labios, no es de dientes, no es de cara, no es de cuerpo, no es de aquí y lo peor no es para mí.

Tal vez solo escribo poemas para torturarme en noches de primer número impar, que me llevan al lugar donde se crean las almas, donde tu voz es una sustancia tibia, donde se enjuaga mi llanto.
Aún espero que la tercera cucharada endulce el café y que el primer balazo cale hondo, espero que la próxima “patada” me haga reaccionar y dejarte ir contigo, espero que tus innumerables “no te quiero”, lleguen a mi dignidad y no te ruegue más.

Niño ESTOY AQUI porque tu existencia es tan escandalosa que me OBLIGA ha adherirme a tu cuerpo. Existo porque tu respiración es el pulmón de mi mundo, porque la mañana es la ventanita que me advierte que tu paso esta en mi esquina y que es mejor esperarte en la puerta por si decides entrar.

Tengo ganas



Tengo ganas de verte y empezar esa lucha entre tus explicaciones intangibles de la ciencia de la vida y mis conocimientos primitivos de los secretos del mundo. Tengo ganas de tener más sonrisas, más salud y más fuerza para dejar vicios encerrados en secciones de “sólo para fumadores”. Tengo ganas de quitar para siempre ese letrero de SALIDA que señala la puerta de escape, no dejar que te vayas o ayudarte a huir. Tengo ganas de hacerte recordar taparte la boca al bostezar, incluir dos tajadas de apio en mi cena, calmar la ansiedad de tu cuerpo y beber de esa copa de vino que nunca nos tomamos. Pero tal vez sólo tengo ganas de salir corriendo de esta urbe tóxica, llena de spleen que me lame las llagas.